En todo momento, y en relación con las más variadas situaciones, hacemos análisis de coyuntura, sabiéndolo o no, queriéndolo o no. Cuando decidimos cambiar de casa o de trabajo, ingresar en una organización, casarnos o separarnos, mandar a un hijo a una escuela, descansar o permanecer despiertos, tomamos decisiones basadas en una evaluación de la situación, vista desde la óptica de nuestros intereses o necesidades. Tenemos en cuenta las informaciones de que disponemos, buscamos informarnos más, evaluamos las posibilidades, hacemos hipótesis sobre el desarrollo de los hechos y las posibles reacciones de personas o grupos, medimos riesgos y beneficios, y a partir de ese conjunto de conocimientos, informaciones y evaluaciones, adoptamos nuestras decisiones.